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Hola amigos:

Tengo un montón de aficiones que me gustaría compartir con todos los los que queráis entrar en mi blog. Una de ellas es la pintura. Pertenezco a la agrupación de Acuarelistas de Andalucía, vocalía de Málaga y también soy socia de la Asociación de Artistas Plásticos de Málaga (APLAMA). Algunos de mis cuadros iré colocando poco a poco en el blog.

Otra de mis aficiones es viajar y me gusta escribir sobre mis viajes. Fragmentos de algunos de ellos colocaré también en el blog, así como fotografías de los diferentes lugares que he visitado.

También me gusta la cocina y pondré recetas de platos que me han facilitado amigas, otras que he copiado de internet o de distintos libros de cocina, la mayoría de ellas con un toque personal mio. Platos que yo he cocinado y que puedo afirmar que están exquisitos, aunque luego está ya el gusto de cada uno.

En fin que iré colocando en el blog todo lo que se me ocurra que pueda ser interesante o entretenido y a vosotros os agradeceré me aporteis ideas y me hagais los comentarios que considereis oportunos.


viernes, 30 de agosto de 2013

Ninfa de los bosques



Hojas secas del otoño
que arrastradas por el  viento
inician una  frenética danza
hacia un destino  incierto

En medio de toda esta hojarasca
el rostro  de una  niña se deja ver
es la ninfa de los bosques,
que acaba de aparecer

Y se une a este cortejo
de locura y desconcierto
imponiendo a las hojas cordura y serenidad
hasta que llegan a su destino final.

© Mª Aurora Tamayo

lunes, 26 de agosto de 2013

Tostadas de carnaval



Ingredientes para 4 personas:
  • 500 ml de leche
  • 1 palo de canela (o de vainilla)
  •  6  cucharadas de azúcar
  • 6 rebanadas de pan Bimbo sin corteza.
  • 2 huevos
  • Canela en polvo.
 Colocar de dos en dos las rebanadas de pan y cortarlas en cuatro trozos iguales cada una.  En total tienen que quedar 12 cuadrados dobles de pan.   Poner los dobles trozos en un recipiente hondo.
Colocar al fuego la leche con el palo de canela (o vainilla), con las 5 cucharadas de  azúcar, revolver  y llevar a ebullición.  A continuación echar el conjunto  sobre los trozos de pan Bimbo y dejar que absorban la leche durante aproximadamente 20 minutos, hasta que se queden blanditos.
Batir los huevos y rebozar en ellos los trozos de pan impregnados de  leche.  Freír a fuego medio todos  ellos, hasta que estén dorados.
Mezclar la canela en polvo con azúcar y cubrir con ello el fondo de una fuente.   Ir colocando las tostadas sobre el  mismo y seguir esparciendo por encima de ellas la mezcla de canela y azúcar. 
Y después de todo esto… ¡¡Buen provecho y a disfrutar degustándolas!!


viernes, 23 de agosto de 2013

Volovanes rellenos de setas y langostinos

VOLOVANES RELLENOS DE SETAS Y LANGOSTINOS


Las cantidades de los ingredientes de esta receta las suelo poner un poco a ojo.   Normalmente me suele sobrar relleno, pero no importa porque lo puedo dejar un par de días en el frigorífico para volver a preparar volovanes o incluso, si es poca cantidad, unas empanadillas.   También lo puedo  congelar y utilizarlo cuando lo necesite.
A modo orientativo voy a poner unas cantidades para 4 personas:

·         4 Volovanes grandes o 8 medianos
·         12 Langostinos
·         Una bandeja pequeña de Setas
·         250 ml. de nata
·         1 o 2 dientes de ajos
·         Una cucharada de harina
·         Una copita de coñac (o vino blanco)
·         Pimienta blanca en polvo (opcional)

Se quitan las cabezas de los langostinos y se ponen a cocer en agua. (Yo les suelo quitar la parte negra y roja que tienen para que el agua quede transparente y en un tono rosita).

Se pelan los langostinos y se cortan en trocitos.  También las setas las cortamos en trocitos..

Se pican finamente los dientes de ajo y se echan en una sartén con un chorro de aceite, cuando están dorados se añaden  las setas y se dejan hacer a fuego moderado.

Una vez hechas las setas se añaden  los langostinos.  Se mezclan bien, se echa sal y  una cucharada de harina, removiendo el conjunto unos minutillos.  Se añade un chorrito de coñac (o de vino blanco) y poco a poco el agua de las cabezas de los langostinos a medida que lo vaya pidiendo (dependiendo de  lo espesa que vaya quedando) y se deja cocer unos cinco minutos, a continuación se echa la nata se da unas vueltas, se añade más sal si es necesario (y, si queréis, un poquito de pimienta en polvo).  Se mezcla bien  todo ello  y se retira del fuego. (El relleno tiene que quedar jugoso, no demasiado espeso, pero con consistencia suficiente para  rellenar los volovanes)

Se vacían bien los volovanes y se rellenan con la mezcla anterior.  Cuando el horno está bien caliente se meten los volovanes a 180º y se tienen unos minutos hasta que se doren. Servir a continuación.

MUY IMPORTANTE:
-         No rellenar los volovanes si todavía no se van a meter en el horno, ya que el hojaldre absorbe la humedad del relleno y se queda blando y no hay forma de que quede crujiente después de meterlo al horno.
-         Si sacáis el relleno del frigorífico, debéis calentarlo primero un poquito, ya que solo con el horno no se calienta suficiente.


jueves, 15 de agosto de 2013

ANECDOTAS GRACIOSAS DE MIS VIAJES-BRUSELAS (BELGICA)



Jamas en mi vida hubiese pensado que una cosa tan diminuta e insignificante hiciese que a mi amiga y a mí los pelos se nos pusieran como escarpias y soltasemos  aquel irracional alarido en mitad de la terraza de un café repleta de gente, provocando hilaridad entre los que estaban mas cercanos y perplejidad a los que se encontraban mas alejados.

Todos los años, en vacaciones, acostumbramos  las amigas (somos ocho) a ir unos días a algún lugar de Europa.  Esta vez le tocó el turno a  Bélgica.
 
Nuestro campamento base, por así llamarlo, lo teníamos en Bruselas. Desde allí cada día nos dirigíamos a visitar otras ciudades. Después, al final de la tarde,  regresábamos a la capital y  cenábamos en alguno de los restaurantes de la parte vieja.

Bueno, pues un día después de cenar nos  sentamos en la terraza de un bar cerca del hotel a tomar un café.  Había por allí merodeando un gato negro que era de la cafetería..       Sentado plácidamente nos miraba altivamente con sus ojos de color verde claro, casi amarillo, que parecían aún más claros bajo su brillante y lustroso pelaje negro. 

Una amiga mía, a la que le encantan los animales empezó a llamarle diciendo “bis bis bis bis”.  El gato entonces se acercó en plan amistoso lanzándonos un “miaaaaaau” a modo de saludo.

Empezamos a hacerle carantoñas y el minino contento ronroneaba y  refrotaba su cabecita contra nuestras piernas. Hasta que finalmente nos dejó y se fue a jugar a la otra punta de la plaza.  Pensábamos que  era porque estaba harto ya de tanto mimo, pero ¡que equivocadas estábamos! ( como pudimos comprobar más tarde).  El gatito agradecido por todas nuestras atenciones se fue “de compras” en busca de  algún regalito con el que obsequiarnos.

Mi amiga que no dejaba de observar sus movimientos nos los iba radiando, ya que el resto de las amigas no podíamos verlo puesto  que  nos lo tapaba unas vallas que habían colocado en mitad de la plaza debido a unas obras que estaban realizando en la misma.

“¡¡Que pocholo!!” decía mi amiga “como juega corriendo detrás de una pelotita.  ¡Ay mira!, ya la ha cogido, ¡¡que mono!!, y viene con ella hacia aquí”.

 Cuando se acerca el gato  digo (empezándome a poner histérica):  “ ¡Ay Dios mío, que me parece que no es una pelotita!”

Sin darnos tiempo a reaccionar, el gato  se coloca  entre las  dos y todo orgulloso, nos lanza el  trofeo que había conseguido expresamente  para nosotras:  Un ratoncillo vivito y coleando que al verse libre dijo “pies para que os quiero” y salió como una bala por debajo de mi silla y rozando mis zapatos ¡¡Que fue aquello!!  En menos de un segundo se armó la marimorena.

Yo como un resorte,  sentada como estaba y dando  alaridos,  levanté  las piernas hasta casi la altura de mi cabeza, a la vez que un escalofrío me recorría la columna vertebral.   Mientras mi  amiga subida encima de la silla gritaba fuera de sí.

¡¡Menudo espectáculo!!  En mitad de una plaza al aire libre y con un montón de gente en las terrazas.

Los que estaban más lejos y no se habían enterado nos miraban asombrados y los que se encontraban más cerca y habían visto toda la jugada estallaron en estruendosas  carcajadas.  El resto de nuestras  amigas también se tronchaban de risa, mientras mi amiga y yo estábamos al borde de un ataque de nervios.  Ni siquiera sentíamos vergüenza, solo repelús.

Al oír los gritos el camarero vino corriendo a ver qué pasaba.   En un inglés macarrónico (ya que si no nos salían las palabras en español, mucho menos  en otro idioma) le explicamos la odisea quien, una vez que lo entendió, también soltó una sonora carcajada.

El gato, por su parte, sentado a nuestro lado, nos miraba perplejo no entendiendo qué parte de su “regalito” no nos había gustado.   El rabito?, las orejitas?, el hociquito? …  ¡¡Los bigotes!! Si eso era ¡¡Los bigotes!! Bueno, pues ya se daba por enterado:  La próxima vez el obsequio nos lo traería depilado.

¡¡Menos mal que no hubo una siguiente vez!!
© Mª Aurora Tamayo


lunes, 12 de agosto de 2013

Bizcocho de yogur



Ingredientes:
3 huevos
1 yogur de limón
aceite de oliva de 0,4 grados  o aceite de girasol (1 medida del yogur)
azúcar (2 medidas de yogur)
harina (3 medidas de yogur)
1 sobre de levadura  
1 limón
 harina y mantequilla para untar el molde

Casca los huevos, colócalos en un bol grande con el azúcar y bate bien con una varilla eléctrica (si no tienes varilla eléctrica  puedes utilizar una manual).

Añade el yogur y el aceite y sigue batiendo. Limpia el limón y con un rallador, ralla la cáscara encima.

Tamiza (pasa por el colador para que coja aire), la levadura y la harina, sobre la masa y mezcla bien.

Unta un molde con mantequilla, espolvoréalo con harina y vierte dentro la masa. Introduce en el horno (previamente calentado) a 180ºC durante 40 minutos.

Apaga el horno, retira el bizcocho y deja que se temple. Pasa un cuchillo por los bordes del molde para sacarlo fácilmente y desmóldalo.

Si quieres una presentación más bonita lo puedes espolvorear con azúcar glas.



martes, 6 de agosto de 2013

ANECDOTAS GRACIOSAS DE MIS VIAJES-TROGIR (CROACIA)



        Apenas tres metros me separaban de la orilla desde el lugar en donde me encontraba nadando, pero yo tenía  la inquietante certeza de que, sin ayuda, jamas podría alcanzarla, mientras,  en la  playa,  la gente se mantenía expectante esperando el desenlace de aquella situación.  

        Una de nuestras paradas, cuando recorrimos toda la costa de Croacia, fue Trogir.   Una pequeña,  pero muy bella, ciudad medieval,  con el encanto de sus estrechas calles adoquinadas y la belleza de su puerto a donde llegan cruceros de todas partes del mundo con cantidad de turistas.

         Intentamos encontrar alojamiento en el centro, pero tanto las casas como los hoteles estaban todos a tope de ocupación y los pocos que quedaban libres eran bastante viejos y destartalados.   Así que decidimos buscar en las afueras de la ciudad.

          Encontramos un chalet que nos gustó y en el que nos alquilaron un apartamento dentro del mismo.  Era un lugar tranquilo y acogedor.  El apartamento aunque pequeño era una monada y estaba muy limpio y, además,  la playa la teníamos enfrente.

          Uno de los días  pasamos  toda la mañana recorriendo las calles de Trogir, viendo sus monumentos y dando un paseo por el puerto, así como inspeccionando  un mercadillo de productos típicos, entre ellos, el aceite, que lo vendían en botellas coquetamente decoradas.  Ese día hacía un  calor insoportable.  Comimos en un restaurante en el casco histórico  y después nos fuimos al apartamento a descansar un rato.

            Como he dicho antes,  era tal el calor que hacía que decidimos bajar a la playa y darnos un baño.

             El paisaje era divino.  La “playa” (por llamarla de alguna forma) un horror.   Era de gravilla sin gota de arena,  pero como ya  lo sabíamos llevábamos sendas zapatillas de goma. 

           Me metí  en el mar  y con los pedruscos que había en el fondo, las sandalias se me iban para un lado y los pies  para otro. Me eché  a nadar y bien, pero  ¡madre mía,  la que lie a la salida! Cuando estaba llegando a la orilla me quise poner en pie  pero las sandalias se me retorcían entre las piedras resbaladizas y perdí el equilibrio así que automáticamente empecé a agitar  los brazos y las manos chapoteando a diestro y siniestro  en un intento de no caer como  un fardo en el agua.

           Cuanto más trataba de  mantener el equilibrio mas me desequilibraba y más se me aceleraban los brazos y las manos  chapoteando en el agua con la consiguiente escandalera tanto de ruido como de espuma.   Mi marido  desde la orilla me miraba atónito no dando crédito a la que estaba montando para salir del agua.  

            Por su parte, la gente de alrededor tampoco perdía detalle esperando ver en que desembocaba todo aquel zafarrancho.

            Al final, dando tumbos y como un topolino, conseguí salir  del agua  con la ayuda de mi marido, que me tuvo que dar las dos manos porque con una no era suficiente y con el consiguiente bochorno por mi parte al ver que la gente se estaba partiendo de risa.

            Y después de esta “maravillosa” experiencia en aguas del Adriatico, decidí no volver a probar suerte en todo el tiempo que nos quedaba de vacaciones.
© Mª Aurora Tamayo